Topless Woman Lying on Bed

Sexualidad femenina

Este campo está lleno de innumerables tabúes y prejuicios que pueden afectar nuestro lado más íntimo y erótico, tanto en el género masculino como en el femenino. En los últimos años, con todo, han existido algunos avances. Por ejemplo, la horda feminista ha llevado a las mujeres a estar más abiertas a expresar su sexualidad (aunque queda mucho trabajo por hacer), y gran parte de los hombres no quieren expresar sus preocupaciones y debilidades en una esfera que suelen asociar con una masculinidad frágil.

La terrible frase de “el tamaño importa” lastró (y continúa lastrando) durante décadas el imaginario colectivo de muchos hombres, afortunadamente, los sexólogos han desmentido dicha afirmación. En la actualidad, son otros tabúes íntimos los que amenazan a la figura masculina, muchos de ellos relacionados con el papel y las expectativas que la sociedad presenta de los hombres. 

Tradicionalmente, las expectativas relacionadas con los hombres han pasado siempre por esa extraña necesidad de “cumplir” y de demostrar que, de alguna manera, tienen valor, un valor atribuido en su mayor parte a la idea de general placer dentro de la relación sexual. 

La mujer no ha sido una figura ajena a estas expectativas de género, pero como comentamos anteriormente, gracias al avance de feminismo y al consiguiente empoderamiento, se ha avanzado considerablemente, aunque todavía resulte necesario eliminar o reducir drásticamente la presión que se ejerce durante ambos sexos, causante de muchos problemas presentes en la esfera sexual, especialmente por sus raíces psicológicas que acaban impidiendo el disfrute. 

A continuación, hablaremos de estos temas. Con fines de organización y para facilitar la lectura y comprensión, se ha dividido este apartado en dos bloques: el primero abordará la sexualidad femenina desde el prisma de la experta Camino Rodríguez. El siguiente, elaborado por mí mismo, se centrará en el prisma masculino y en los prejuicios y en los tabúes que se observan en relación al sexo. 

Bloque I: Sexualidad femenina

Introducción: aclarando conceptos

     Cuando popularmente hablamos de Sexualidad, de manera general lo asociamos al hecho de mantener relaciones sexuales con otra u otras personas. Y, efectivamente, este es un componente de la sexualidad, en concreto, lo que lo profesionales llamamos la parte Erótica de la sexualidad (“aquello que se practica”). Sin embargo, la sexualidad es mucho más que todo esto y por ello, puede ser importante que aclaremos una serie de conceptos básicos antes de empezar.

     Si tuviera que dar una definición de lo que es la Sexualidad, diría que es la manera en la que cada uno de nosotros vive, expresa o siente con su cuerpo. Y si entendemos que cada uno de nosotros es diferente y diverso y que todos tenemos un cuerpo con el cual vivimos y nos expresamos, quizá sería más adecuado utilizar la palabra “sexualidades”, pues esto incluye tantas posibilidades como personas existen: personas que proceden de diferentes culturas, personas con necesidades especiales, personas cuyos cuerpos se alejan de los cánones de belleza establecidos como normativos, aquellas cuyos deseos no coinciden con los de la mayoría… Así las cosas, la sexualidad podría definirse como la forma propia y subjetiva que tenemos de vernos, sentirnos y vivirnos con nuestros cuerpos a lo largo del tiempoentendiendo que también puede variar y evolucionar, no permaneciendo estática en el tiempo.

     Teniendo esto en cuenta, la erótica es la forma concreta que tenemos cada uno de nosotros de expresar todo lo anterior. Es decir, vendría a ser la parte práctica, incluyendo todas aquellas acciones que realizamos para disfrutar y sentir placer, ya sea de manera individual o compartida con otra u otras personas. 

     Una vez aclarados y comentados estos conceptos, iremos entrando en materia para hablar de la sexualidad femenina, esa gran desconocida, aunque, por suerte, ya no tanto en los últimos años. Comentaremos algunos de los mitos o aspectos que influyen en cómo la vivimos, así como ciertos prejuicios o estigmas que pueden rondar sobre ella y sobre lo que podrían considerarse dificultades o trastornos sexuales. Sin embargo, pretendo que este artículo nos haga reflexionar, aprender y comprender, por lo que no hablaremos de las dificultades sexuales desde el punto de vista clínico, sino que explicaremos brevemente qué es lo más frecuente en el trabajo de temática sexual con mujeres en consulta y daremos algunos posibles consejos o estrategias para enfocarlo.

     Finalmente, recomendaré alguna bibliografía que pudiera ser de utilidad en el conocimiento y cuidado de esta parte tan importante de nuestra salud.

Rompiendo mitos: más allá de la genitalidad

     Al ver este título, quizá te sorprenda o no sepas muy bien a qué hace referencia. O quizá te preguntes que tiene que ver la primera parte con la segunda. Pero espero que a medida que vayamos avanzando y entrando en materia, queden claras las intenciones del título. 

     Me gustaría en este apartado comentar y desmitificar muchos conceptos, estigmas o prejuicios que giran en torno a la sexualidad femenina, así como muchos otros que afectan a la sexualidad de manera global y que, de una u otra manera, también afectan en la vivencia de la sexualidad femenina.

EDUCACIÓN Y PATRONES CULTURALES

     Queramos o no, vivimos inmersos en una cultura concreta que marca y determina muchas de nuestras creencias y la manera en la que vivimos en este caso, la sexualidad. Una de las cosas que más me gusta recalcar en consulta es que no hay un único modo de vivir la sexualidad y que todas y cada una de las formas son válidas siempre y cuando se lleven a cabo desde el deseo, la libertad y el respeto (a una misma y a los demás). En este sentido, no hay una única manera válida de vivir nuestra erótica y nuestro placer y aunque haya ciertas prácticas que podemos considerar “normativas”, esta pauta y norma no es más que una elaboración cultural, que no debería influirnos a la hora de vivir nuestra sexualidad pues, al fin y al cabo, ¿no es dueño cada uno de su propio deseo, placer y bienestar? ¿Y no deberías decidir por ti misma lo que es válido y adecuado para ti, aunque esto no encaje con las preferencias de la mayoría? Lanzadas al aire estas preguntas reflexivas, no podemos negar el gran peso que tiene nuestra cultura, el entorno y la sociedad en la que vivimos en muchas nociones que tenemos sobre sexualidad y aquí intentaremos desgranar las principales. Para ello, me focalizaré sobre todo en ejemplos de lo que suelo encontrarme y trabajar en consulta con bastante frecuencia, teniendo en cuenta que, aunque existen excepciones, esto sucede en la gran mayoría de los casos.

Estereotipos de género: el género es una construcción social que influye mucho en la vivencia de nuestra sexualidad, en las creencias que tenemos sobre ella, y sobre el modo de expresarnos. Esto se observa mucho en parejas heterosexuales, donde se hacen más evidentes algunas de estas diferencias. Por ejemplo, asumimos que es el hombre quien tiene que dar el primer paso a la hora de plantear tener relaciones sexuales y está mal visto en general que las mujeres expresen su deseo libremente (por eso muchas veces las mujeres no expresan lo que les apetece, lo que desean, lo que les gusta…). Veamos con 3 ejemplos cómo el género y la cultura pueden influir en la sexualidad:

  • Yo a mi pareja no le digo lo que quiero, pero espero que me haga disfrutar”: muchas veces tenemos ideas erróneas sobre las relaciones eróticas en pareja y pensamos que el otro “debe adivinar” lo que debe hacer, dónde y cómo debe tocarnos, la intensidad de las caricias o besos… es decir, esperamos que el otro se maneje en nuestro cuerpo como si lo conociera igual que nosotros y que, por arte de magia, nos haga disfrutar. La realidad de esto es que, si no hablamos con nuestra pareja y sobre estas cuestiones, difícilmente podremos disfrutar de nuestra sexualidad. Esto no solo es importante en cuanto al placer, sino que la propia comunicación sobre estos aspectos ayuda a que os conozcáis, disfrutéis y ampliéis juntos vuestra erótica. 
  • No conozco mi cuerpo “: muchas mujeres en consulta, sin importar la edad ni la experiencia sexual, no conocen su cuerpo, la forma de sus genitales e incluso a veces no conocen las diferentes partes de los mismos. Como es lógico, si no conozco del todo mi cuerpo, esto también complica bastante que se pueda disfrutar y vivir plenamente la propia sexualidad. Esto sucede por la falta de educación sexual y de autoconocimiento que se da desde que somos pequeñitas, donde se nos transmite en muchas ocasiones la necesidad de higiene de nuestros genitales, la presencia física que deberían tener, el olor… pero no se nos invita a conocer ni a nuestra vulva ni a nuestra vagina (más allá de los libros). Fijaos que, los niños, desde que son pequeños se tocan y observan sus genitales cuando se duchan o cuando van al baño y la propia curiosidad de los niños hacen que jueguen con ellos como una conducta infantil de exploración, pues al final están visibles para ellos. Pero a nosotras no se nos invita a lo mismo, y lo cierto es que hay muchas mujeres que ya teniendo la regla o habiendo sido madres, ¡no conocen del todo su cuerpo ni su anatomía! ¿Sabéis cómo podemos remediar esto? Os invito a coger un espejito de mano y colocadas en una postura que os resulte cómoda (sentadas, recostadas en la cama, en la ducha o bañera…) os exploréis y visualicéis vuestros genitales, tratando de identificar las diferentes partes vaginales, su color, forma… ¡es la única manera de conocernos completamente!
  • “No conozco mi placer”: otra de las cosas en la que nos influye mucho la educación y el género es en el autoconocimiento del propio placer. Por eso, hay muchas mujeres que nunca se han masturbado, nunca han explorado su cuerpo y a veces nunca han experimentado un orgasmo. Esto sucede porque a diferencia de lo que pasa con los hombres (en los cuales se normaliza la masturbación), muchas mujeres sienten culpa o vergüenza al pensar en ello. La realidad es que si nosotras no nos conocemos ni conocemos lo que nos gusta y lo que no, es más complicado que podamos disfrutar con otra persona, porque tampoco sabremos cómo guiarle.

La verdad es que, como digo en consulta: “somos responsables de nuestro propio placer”. Aprendamos y demos prioridad al conocimiento y desarrollo de nuestro placer y a la comunicación del mismo. Solo así podremos disfrutar con plenitud en solitario o de manera compartida

Coitocentrismo y heterosexualidad (pornografía): estos dos puntos los coloco juntos porque también influyen mucho en la manera en la que entendemos la sexualidad. El mundo del porno, aunque entendamos que es ficción y que sus protagonistas son actores, puede influir mucho en lo que consideramos sobre cómo debe ser la erótica y nuestra sexualidad: modelos de pareja concretos, cuerpos perfectos, genitales con una forma y tamaño determinado, duración de la relación sexual, tipo de prácticas sexuales… y si no colocamos eso en su sitio correcto, puede traernos muchas dificultades en el desarrollo de nuestro placer. El coitocentrismo hace referencia a entender las relaciones sexuales “plenas” solo cuando hay penetración o coito y todo lo que se salga de ahí, deja de considerarse válido o suficiente. Esto, aunque parezca que no, puede ser un problema. Porque si solo consideramos como válido este modelo de sexualidad, estamos desvirtuando y restando importancia a otras prácticas o conductas sexuales que pueden ser igual o más gratificantes. 

La realidad es que el mundo de la erótica es muy amplio y tenemos todo el cuerpo para disfrutar y una gran cantidad de prácticas que podemos realizar más allá de la penetración como podrán ser los masajes, caricias, masturbación, besos…  Como siempre digo en consulta, nuestro mayor órgano sexual es la piel, por lo que aprender a disfrutar con todo el cuerpo y no solo a nivel genital, nos ayudará mucho a ampliar y no limitar nuestro foco.

El foco último en el orgasmo: si bien el orgasmo es una parte más de la respuesta sexual y es importante, no deberíamos vivirlo como el fin último de nuestras relaciones sexuales. Es decir, lo importante no es solo el fin si no disfrutar de todo el proceso y recorrido, de todas nuestras sensaciones físicas y nuestro cuerpo. Es cierto que me encuentro con mujeres en consulta con dificultad para llegar a alcanzar el orgasmo, a veces en general y a veces solo en pareja (pero son capaces de llegar ellas solas), y esto es mucho más habitual en parejas heterosexuales, por eso vamos a hablar de estos posibles escenarios y algunas herramientas:

  • No alcanzan el orgasmo en pareja, pero sí en solitario: en estos casos, la mujer no tiene problemas para alcanzar el orgasmo por sí misma, por lo que asumimos que hay un buen conocimiento del propio placer y de su cuerpo. Sin embargo, si nos cuesta llegar al orgasmo en pareja, puede suceder que no estemos comunicando a nuestra pareja lo que nos gusta, lo que no, de qué manera… y como ya hablamos anteriormente, es difícil que la otra persona pueda adivinar o acertar si no le expresamos las cosas que nos hacen disfrutar. También puede suceder aquí que, habiendo comunicación, no se consiga llegar al orgasmo en pareja. No pasa nada si esto no sucede y no nos apetece seguir jugando ese día, porque como hemos dicho, no solo llegar al orgasmo es importante, si no todo el proceso previo. Pero si esta es la norma, tenemos que tener en cuenta varias cuestiones que pueden estar influyendo en el problema:
    • Quizá por el modelo de sexualidad que tenemos en parejas heterosexuales (recordemos lo que comentábamos del porno o el coito), asumimos que llevamos a cabo una serie “preliminares” que nos llevarán después al coito para finalizar nuestro encuentro sexual: ¡¡y esto es un error!! Déjame decirte que ni existen preliminares ni hay cosas más importantes que otras, ya que todo es importante si nos hace disfrutar. Si pensamos que esas acciones que hacemos antes del coito solo es un tipo de trámite necesario para llegar al coito, esto es como decir que unas cosas son más importantes que otras y nada más lejos de la realidad. Además, si consideramos esta forma de vivir la sexualidad, asumiremos que en cuanto se realice el coito y el hombre llegue al orgasmo, las relaciones sexuales finalizarán. Y si la mujer no ha llegado al orgasmo… ¿qué hacemos? Cuando hago esta pregunta en consulta, muchas mujeres me dicen que aquí finalizan sus encuentros sexuales, se dan media vuelta y ¡a dormir! ¿Cómo puede pasar esto? Sigue leyendo…
    • Por los ritmos diferentes que tenemos, es bastante habitual que el hombre llegue al máximo de su excitación y al orgasmo mucho más rápido que las mujeres (eso de llegar al mismo tiempo al orgasmo es muy de las típicas pelis románticas pero que distan mucho de la realidad), por lo que si siempre finalizamos el encuentro en este punto, ¿qué sucede con nuestro placer? Por eso es importante que ampliemos nuestra forma de entender la erótica y si mi pareja ha alcanzado el orgasmo, podamos seguir disfrutando hasta que nosotras también lo alcancemos. ¡O que juguemos a turnos, pudiendo alcanzarlo yo primera y después la otra persona! ¿Significa esto que es imposible llegar al mismo tiempo? No, pero esto requiere comunicación, regulación de los ritmos y, en definitiva, que mutuamente nos vayamos guiando para que esto sea posible si así lo queremos.
    • Fingir el orgasmo: por desgracia, hay muchas mujeres que, por todo lo anterior, fingen el orgasmo como un intento de contentar a su pareja, porque sienten que están tardando mucho en llegar y esto les avergüenza … y realmente, hacer esto solo nos dificulta más todavía la posibilidad real de alcanzarlo. ¿Y si probamos a comunicar a nuestra pareja lo que sentimos o nos apetece? 
    • La manera en la que tratamos de llegar al orgasmo: es muy alto el porcentaje de mujeres que no alcanzan el orgasmo únicamente mediante la penetración. Esto sucede porque el clítoris, que es el órgano cuya estimulación nos ayuda a alcanzar el orgasmo, se encuentra en la parte externa de la vagina (concretamente encima de la uretra y la apertura vaginal) y aunque tiene ramificaciones internas, estas no siempre se estimulan mediante la penetración (o no al menos de una manera directa). Así, un porcentaje muy alto de mujeres consiguen llegar al orgasmo por estimulación directa del clítoris mientras que, otras veces, se alcanza mediante penetración y estimulación del clítoris al mismo tiempo. Si bien existen diferentes posturas sexuales que solo mediante la penetración podrían ayudar a alcanzar el orgasmo, no es lo más habitual. Y fíjate si es importante el clítoris que es el único órgano de nuestro cuerpo cuya única función es la de proporcionar placer.
  • No alcanzan el orgasmo tampoco en solitario/nunca se han masturbado: si esto sucede, la mejor manera de trabajar esto será con el autoconocimiento y aprendiendo a conocer nuestro cuerpo. Llegar al orgasmo mediante la estimulación a una misma es más fácil porque sabemos qué debemos o no debemos hacer para conseguirlo, es decir, nos vamos guiando por las sensaciones que tenemos. Para esto, puede ayudarnos el buscar ratitos con calma para nosotras mismas, utilizando por ejemplo la imaginación o la fantasía, que son dos herramientas muy potentes en la erótica y que pueden ayudar incrementando el deseo. También podemos utilizar juguetes sexuales que nos puedan ayudar a conocernos mejor.

En definitiva, todos los motivos que hemos comentado anteriormente pueden influir en la vivencia y desarrollo de la sexualidad femenina. Además de esto, dos de las problemáticas más habituales en consulta y que guardan relación en alguno de los casos con todo lo comentado anteriormente suelen ser consultas por bajo deseo sexual o presencia de dolor en las relaciones con penetración. Muy brevemente y sin ponernos excesivamente clínicos…

  • Cuando existe un bajo deseo habría que analizar diferentes variables que pudieran estar influyendo en el mismo. El deseo sexual no es algo estático que permanezca siempre igual, sino que va cambiando en función de múltiples factores como nuestro estado de ánimo, el clima, si estamos estresados, la rutina o la monotonía… Tampoco sentimos el mismo deseo cuando estamos iniciando una relación que cuando mantenemos una relación estable en el tiempo. Además, todo lo comentado anteriormente también puede influir en nuestro deseo, haciendo que aumente o disminuya (es decir, si no conozco del todo mi sexualidad, mi cuerpo, mi placer, lo que me gusta y lo que no… es complicado que pueda disfrutar y que eso refuerce mis ganas o deseo en el futuro).
  • Dolor durante el coito: muchas mujeres comentan que evitan las relaciones sexuales por sentir dolor o molestias durante la penetración. En otros casos, se fuerzan a seguir realizando estas prácticas a pesar del sufrimiento que sienten porque quizá piensan que es lo habitual… Déjame decirte que esto es un gran error, pues al final estamos asociando un encuentro que tiene que hacernos sentir bien y en conexión con nuestra intimidad y nuestro cuerpo, con algo negativo, por lo que puede acabar generando rechazo y malestar. Por otro lado, la sexualidad y la erótica es muy amplia y no debemos limitarla a la penetración a cualquier coste.

El dolor durante la penetración es algo más habitual de lo que podamos pensar y las causas pueden ser múltiples: 

  • Nerviosismo o ciertos miedos que hagan que estemos tensas, con lo cual tensaremos la musculatura vaginal, generando dolor, escozor o malestar durante la penetración.
  • Poca lubricación: a veces esto puede deberse a un tema físico, pero a veces puede ser que estemos intentando realizar la penetración demasiado pronto, por lo que no habrá suficiente lubricación.
  • Resultado de alguna experiencia negativa pasada o reciente.
  • El tipo de postura sexual que utilizamos: a veces se utilizan determinadas posturas durante el coito que hacen que la penetración sea muy profunda (pudiendo generar molestias en la zona del cuello del útero) y que escapan por completo del control de la mujer (por ejemplo, posturas donde tu pareja se sitúe encima de ti, pues no es algo que nosotras podamos controlar). Para este tipo de casos, siempre es mejor que la mujer se sitúe encima, pues puede controlar el movimiento, inclinación o ángulo de la penetración.

Conclusiones y bibliografía recomendada

En definitiva, tanto el dolor durante la penetración como el bajo deseo (así como cualquier otro tema relacionado con la erótica o la sexualidad en general), son aspectos que se pueden trabajar en consulta si lo necesitas, sobre todo teniendo en cuenta que nadie debe vivir la sexualidad como una imposición, un sufrimiento o incluso como algo ajeno a ti. Es importante aprender que podemos controlar este ámbito tan íntimo de nuestras vidas y que solo nosotras podemos decidir lo que está bien, lo que no y lo que sucede en él.

Si os gustara profundizar un poquito más en algunas de las cosas comentadas en el artículo, os dejo algunos títulos de compañeras que podrían resultar interesantes y muy didácticos:

  • Ama tu sexo (María Esclápez)
  • Inteligencia Sexual (María Esclápez)
  • Tu sexo es tuyo (Sylvia de Béjar)
  • Deseo (Sylvia de Béjar)

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