Bloque II: Sexualidad masculina
En el apartado de la sexualidad femenina ya se aportó una definición de la sexualidad y de la erótica con la que coincido bastante, así que no volveré sobre los mismos conceptos genéricos del capítulo anterior, sino que me centraré exclusivamente en la sexualidad masculina.
A los hombres desde que están en el vientre materno, se les coloca en un mundo azul. Normalmente se asocia a ellos colores fuertes y agresivos y se espera de ellos independencia, agresividad y fortaleza física, además de ser buenos trabajadores. La forma en la que se va a desarrolla su personalidad se va marcando desde que son niños también a través de los juegos infantiles, los cuales no están exentos de la huella del sexismo.
En nuestra sociedad, la figura masculina en el amor está fuertemente relacionada con el sexo y el placer, debido a que se hace hincapié especialmente en el disfrute de la sexualidad ante todo. El hombre debe tener una agresividad erótica, pues tiene que ser él el que tome la iniciativa y el que lleve la voz dominante en las relaciones sexuales.
A la mayoría de los hombres no se les permite expresar sentimientos, pues han sido educados bajo los convencionalismos sociales, esos que nos inculcan que los hombres ni lloran ni se quejan. Esta represión de las emociones puede repercutir en la salud gravemente, en las relaciones interpersonales y, más en concreto, en la sexualidad de manera negativa.
Otra realidad es que desde pequeños se sobredimensiona el papel del pene. Cuando es niño se acaricia suavemente a la hora del baño y se hacen referencias constantes a para qué servirá cuando uno sea mayor. Posteriormente, en la adolescencia surge el tan tema del tamaño. Y es que el hombre debe ser viril y debe estar erotizado desde el primer momento. Asociada a esta figura fálica está la idea también de la infidelidad, y las múltiples opciones biológicas de convertirse en padre y perpetuar su esencia.
Hemos visto a grandes rasgos muchas de las concepciones que se tienen en la sociedad acerca de cómo debe ser un hombre (una visión arraigada especialmente unas décadas atrás). Pasaremos ahora a comentar ligeramente cuáles pueden ser los obstáculos que nos dificultan mejorar nuestra vida sexual, ya sea por falta de información, por un contexto complicado o por una cultura diferente.
- La disfunción eréctil
Tenemos que partir de la base de que si sucede de manera puntual no lo podemos considerar un problema. A todos los hombres les sucede alguna vez y esto puede ser debido a diferentes factores externos como el alcohol, el cansancio o la presión causada por alguna manifestación psicológica de la que hemos hablado anteriormente. Es importante cuando esto sucede, considerar que el sexo va más allá de la penetración y la estimulación, y que las posibilidades son infinitas. Como comenta Camino, en la parte dedicada a la sexualidad femenina, nuestra piel es el órgano sexual más potente. Una vez que descubrimos la importancia de las múltiples posibilidades además de la penetración, se reduce mucho la ansiedad y la presión que muchas veces lleva al conocido como “gatillazo”.
- La eyaculación precoz y/o la retardada
La eyaculación precoz la sufre uno de cada tres hombres. La falta de concienciación acerca de la importancia de una buena salud mental hace que el 80% de los afectados no acudan al psicólogo ni lo hablen con nadie. En el caso de la eyaculación retardada, los afectados son muchos menos, pero padecen el mismo prejuicio. Hay que romper este estigma y que sean conscientes de que no es algo que les sucede a título individual únicamente, que es algo que sucede a muchas a personas y que pueden comentar el tema. Y lo más importante, que tiene solución, ya que la mayoría de las veces tiene una causa psicológica abordable.
- El sexo anal
Desde mi punto de vista, y desde mi experiencia en el campo de la sexualidad, estamos ante el mayor tabú, especialmente cuando hablamos de hombres heterosexuales. La realidad es que el sexo anal puede dar muchísimo placer al hombre al ser la manera de estimular la próstata, considerada el punto g masculino, una zona que se encuentra solo a unos 5 cm del ano, hacia el frente.
- La importancia del estado emocional en el sexo
Existe la errónea concepción, en mi opinión cada vez menos, de que los hombres siempre tienen ganas de tener sexo, pero no es así. Al igual que ocurre en las mujeres, los niveles de deseo sexual varían y hay hombres con poco apetito sexual, algo que no es ni mucho menos un problema. Además, como es natural, el deseo varía en función de circunstancias tan naturales como la fatiga, el cansancio o los problemas emocionales.
- Las enfermedades de transmisión sexual
Existe un gran desconocimiento respecto a las infecciones de carácter sexual en el hombre. A parte del VIH, la enfermedad de este tipo que conoce la inmensa mayoría de la población, hay muchas otras de las que apenas se habla. Hay muchas enfermedades infecciosas como la gonorrea, la clamidia o sífilis de las que apenas se habla. También los virus del papiloma humano se han asociado con diferentes tipos de cáncer. Es fundamental educar a la población en el conocimiento de estas enfermedades para que puedan informar en el caso de reconocer síntomas compatibles con algunas de ellas.
Este problema se puede abordar con charlas de educación sexual que informen de que el preservativo es la herramienta más eficaz que tenemos para evitar el contagio de este tipo de enfermedades.
- Eliminar las comparaciones
Las comparaciones entre hombres sobre el tamaño de su pene se relacionan con su autoestima. Esto es una gran fuente de complejos. Además, la evidencia científica dice que la pareja no va a notar la diferencia entre tres centímetros más o menos. Según muchos sexólogos, este debate forma parte del concepto englobado como masculinidad frágil.
Ejemplos de este caso podría ser la reticencia de consultar a un especialista cuando se tienen problemas relacionados con la sexualidad. Muchos hombres se definen con la palabra “macho” y de esa manera cargan sobre ellos unas expectativas y presiones irreales y que debería evitar, como que estos siempre deben tener deseo sexual y aguantar más de media hora en la cama, cosas que muchas veces no sucede.
La primera opción que suelen utilizar los hombres en lugar de ir a un especialista es realizar la búsqueda en internet de lo que les sucede, así evitan asumir que tienen un problema o que no son lo suficientemente masculinos. Está altamente demostrado que los hombres tardan más que las mujeres en ir a consulta de un médico por problemas sexuales. Sí que es cierto que internet es una fuente ilimitada de respuesta, pero muchas veces damos ante información no veraz.
- Ignorar los tabúes
Los tabúes existen desde hace muchísimos años y en nuestro país nos encontramos ante una educación sexual poco funcional y deficiente, por lo que parece difícil que podamos acabar con ellos en un breve periodo de tiempo. Al no tener una educación sexual de calidad, los modelos a seguir de los jóvenes muy a menudo están basados en la pornografía, y estos modelos no son críticos ni realistas con nuestras experiencias, lo que nos lleva a los tabúes. Las redes sociales contribuyeron a dar más información sobre el tema, pero el conocimiento actual sigue siendo deficiente.
Algunos consejos para poder disfrutar más de una vida sexual completa y sin fronteras podrían ser los siguientes:
- Durante el sexo, preocuparse más en el disfrute (propio y ajeno), que en cumplir las expectativas puestas en el mismo.
- No asumir el rol de dominante por decreto. Tu pareja también puede asumir papeles que tradicionalmente te corresponden.
- No centrarse solamente en la penetración, hay múltiples formas de estimular y dar placer a tu pareja.
- No intentar ir demasiado rápido. Dar tiempo al tiempo y dejar que todo surja.
- La comunicación en el sexo, al igual que en las demás facetas, es la clave. Comenta con su pareja sexual con total naturalidad lo que sucede en los encuentros sexuales, incluso si estos no han sido todo lo satisfactorio que debían ser.
Conclusiones
Al empezar a escribir estas líneas, pensaba en los placeres de la vida. Por ejemplo para mí, viajar es mi gran pasión. Por ello, pensaba en lo importante que son los pequeños detalles en relación a un nuevo destino. Un viajero puede tener ganas o antojo de disfrutar de una determinada montaña y el hecho de subir a la misma y volver al hotel dará satisfacción a su deseo. Pero probablemente, otro viajero con el mismo deseo puede sentirse abrumado por la belleza de la montaña y necesitar acampar ahí mismo y quedar dos o tres días en la montaña. Otro viajero no sólo disfrutará de la montaña y de acampar, sino de los animales salvajes y de la fauna y flora del lugar, etc.
Cuando pienso en lo que suelo escuchar en conversaciones en relación a la sexualidad, lo primero que me viene a la cabeza son frases como: ¿cuántas veces os acostáis a la semana? ¿Con qué frecuencia lo hacéis?, ¿cuántos orgasmos tienes?
Es demasiado banal reducir la sexualidad de las personas y la calidad de las mismas al numero de coitos, al número de orgasmos, a la longitud del pene y demás particularidades cuando lo fundamental de asunto debe ser la siguiente pregunta: ¿Cómo te has encontrado con el /ella?
La sexualidad lo es todo. Los nervios antes de la cita. Las sonrisas. Las miradas de complicidad. Los besos. Las risas. Los orgasmos. La caricia. El coito. El deseo. La excitación. Todo.
Cada uno de nosotros nacemos con sexualidad y esta nos acompaña a lo largo de nuestro recorrido, por eso cada uno es diferente, único como nosotros y es el resultado de la forma de vivirnos, de sentirnos y de expresarnos como personas del mundo.
La sexualidad es demasiado rica para reducirla a la genitalidad, ya que incluye todas las experiencias posibles. En este concepto, ya Freud apuntaba que era todo aquello que tiene que ver con el placer y sus fuentes y fue de los pioneros en diferenciar claramente entre sexualidad y genitalidad.
Las limitaciones sexuales que nos ponemos, o que a veces nos vienes impuestas por la cultura o por la educación, pueden hacer que no disfrutemos de todas las posibilidades que tenemos, como si sin darnos cuenta amputásemos una parte de nuestro placer y de nuestras posibilidades de disfrute.
Referencias
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